jueves, 16 de julio de 2015

EL CAMINO "AUTORIZADO"



EL CAMINO "AUTORIZADO"
(30 junio – 11 de julio de 2014)



A finales de junio de 2014, Álvaro, Ana, Antonio, Migela, y el que escribe, decidimos retomar nuestro Camino de Santiago y recorrer el tramo que separa Burgos de Ponferrada, en un total de diez jornadas.
Quizá nos encontrábamos ante el tramo más monótono y menos conocido del Camino, pero no por ello menos interesante. Como siempre nos sorprendió con lugares pintorescos, personajes curiosos, y algunos momentos surrealistas, además de descubrirnos una gastronomía envidiable a base de ricos pinchos, vinos y ¡Magnum de chocolate!


DIA 0 – ¡DEJEN PASO A LOS AUTORIZADOS!
30 de junio. MURCIA – MADRID – BURGOS – MIRANDA DE EBRO – BURGOS (¡por fin!)

Iniciamos el viaje desde la estación de El Carmen con destino a Burgos. En nuestra parada en Madrid - Chamartín, nos esperaba nuestro amigo David “Pez Negro” para comer y recordar lo vivido juntos el verano anterior. Allí le regalamos una camiseta con su nombre para hacerle partícipe de nuestra aventura de este año.
A la hora estimada de llegada a Burgos, el tren se detuvo, pero tras una serie de casualidades y despistes encadenados, permanecimos sentados ignorando hasta el último momento que ese secarral se correspondía con la estación burgalesa. ¡Grave error! Nuestra reacción fue tardía, y a pesar de la estampida peregrina para intentar bajarnos (con daños colaterales a algunos pasajeros), el tren volvió a ponerse en marcha. El revisor tras comprobar que éramos peregrinos (y algo corticos), nos indicó que debíamos continuar hasta Miranda de Ebro, para allí intentar coger otro tren de regreso a Burgos.
En Miranda de Ebro, nos facilitaron billetes de vuelta a Burgos sin costo alguno (imagino que por ser peregrinos y dar penica) incluso en los andenes, nos escoltaron a nuestros asientos, lo que ya se conocía en Renfe como el grupo de “AUTORIZADOS
La esperada tarde de pinchos en Burgos se había cancelado y solo nos quedaba compartir (unos con mas suerte que otros) el bocata de Migela. Apresuradamente, llegamos a la nueva estación de Burgos, en las afueras de la ciudad con el tiempo justo para que dos taxis a la carrera nos dejaran en la puerta del albergue minutos antes de la hora de cierre.
Ya acomodados en el Albergue Municipal y antes de dormir, contemplamos el espectáculo de fuegos artificiales (con varios heridos según pudimos saber después) que ponían broche final a las fiestas de la ciudad y que anunciaban de alguna manera que los “autorizados” ya estábamos aquí.

DIA 1 – LA BUHARDILLA DE HONTANAS
1 de julio. BURGOS – HONTANAS (30 km)

Después del accidentado día interior, nos levantamos con unas ganas enormes de cargarnos la mochila y empezar a andar. La salida de la ciudad de Burgos discurriría por largas pistas de tierra, que nos adentraban en las extensas tierras cerealistas de Castilla. Era solo una insignificante muestra de lo que nos aguardaba.
Atravesamos el Río Arlanzón esquivando a cangrejos de rio hasta Tardajos, donde desayunamos en el bar de Bonnie Tyler y sus tostadas de pan de molde. Tras el desayuno, un fuerte chaparrón hizo que desplegásemos los chubasqueros y cubremochilas (o una bolsa de basura en mi caso)
Atravesamos Rabé de las Calzadas y Hornillos del Camino donde conocimos a dos peregrinos peculiares, Yin (Corea) y John (Suiza). “Hornillos del Camino” hace bien honor a su nombre, ya que el calor y la desolación del lugar son capaces de doblegar la voluntad de más de un peregrino. Cuando el sol más apretaba y las fuerzas aflojaban, de repente como un espejismo apareció ante nosotros Hontanas, nuestro ansiado final de etapa.
El albergue El Puntido nos ofrecía una cómoda habitación abuhardillada y un salón comedor con un excelente menú del día, con su plato estrella, el cocido de San Martín al que solo le faltaba incluir alguna almóndiga para aparecer en la Guía Michelín.
Por la tarde paseamos por el pueblo, para visitar el Pilón donde repetirnos la foto de las Fuerzas Especiales de Freezer,  tomar unas pintas y hacer la compra en el carísimo colmado del albergue.
Para cenar, unos macarrones que degustamos junto a la ya imprescindible botellica de buen vinate. En el albergue compartimos cocina con Iratxe y Andoni, una ¿pareja? vasca, y dormitorio con una extraña pareja de Luisiana, que tras una noche con gemidos femeninos, al día siguiente cargarían cada uno de un asa con una enorme bolsa de ropa, en una estampa impropia de auténticos peregrinos.

DIA 2 – EL ROMÁNICO DE FROMISTA
2 de julio. HONTANAS – FROMISTA (34,6 km)

Hoy afrontábamos una etapa larga y se preveía calurosa, por lo que emprendimos camino y a buen paso atravesamos el Arco del convento de San Antón, donde vimos que Yin ya había hecho su primera parada para soltar lastre amagado tras la maleza.
Continuamos camino a Castrojeriz, (con acento en la í) donde un hombre nos recibió a escupitajos al rechazar unos panfletos. Eso nos hizo acelerar el paso en busca del bar del pueblo para desayunar, donde rezaba el cartel “El mejor desayuno del Camino, dice (o dile) el peregrino”
Inmediatamente, nos aguardaba la tachuela del día, el Alto de Mostelares, que sorteamos, no sin esfuerzo y donde cada uno subió a su ritmo para reagruparnos en la cima. Allí, unas pintadas nos avisaban de la prohibición de tirarse pedos, “PEDOS NO”.
Por el Puente Fítero cruzamos el Río Pisuerga y entramos en la provincia de Palencia, en la comarca natural de Tierra de Campos. Atravesamos Boadilla del Camino y accedimos al andadero paralelo al Canal de Castilla. Abandonando el canal, entramos finalmente en Frómista, tan exhaustos como hambrientos.
Los más hambrientos optamos por el Asador Villa de Frómista, donde nos dimos un buen banquete previo a una memorable siesta. Después, visitamos Frómista, donde destaca sobremanera la Iglesia de San Martín como una de las mejores muestras del románico español, allí la artista vietnamita Hanh Nguyen nos deleitó con su virtuosidad a la guitarra española.
Tras una cena tranquila a base de bocatas de jamón, queso (opcional) y “tomatico restregao”, pillamos la cama de buena gana.

DIA 3 – LA CAMICA DE LAS MONJAS
3 de julio. FRÓMISTA – CARRIÓN DE LOS CONDES (20 km)


Nos enfrentábamos a una etapa corta, sin apenas desnivel, a través de una extensa llanura cerealista. Abandonamos Frómista y seguimos por un monótono sendero paralelo a la carretera nacional P-980 que nos llevaría a Carrión de Los Condes.
Una etapa de transición, solo reseñable por el desayuno en Villarmenteros de Campos en lo que denominamos el Café Gregoriano por la inquietante música que nos acompañaba. A media mañana, tras atravesar el Río Ucieza ya estábamos en Carrión de Los Condes.
Más temprano de lo habitual por la corta travesía, llegamos al Albergue Espíritu Santo, donde nos atendió una amable monja que nos enseñó las estancias con todo detalle, así como los horarios de las misas… ¡como si fuéramos los seminaristas recién llegados! Como detalle curioso quedarán los cómicos carteles de las puertas de las duchas masculinas.
Hubo tiempo de comprar fruta en el mercadillo semanal de Carrión y de comer tranquilamente en un mesón del pueblo antes de echarnos una buena siesta, donde coincidimos nuevamente con Iratxe y su pareja (sin besos) Andoni.
A media tarde, nuestra particular “cuidadora” nos trajo Compeed para nuestras primeras ampollas, cosa que agradecimos enormemente. Ya descansados, salimos a tomar unas cervezas en un bar cercano mientras contemplábamos como un hombre devoraba un plato de espaguetis cocidos (sin tomate ni nada) en un espectáculo dantesco.
Hoy tocaba cenar el tradicional “arroz a la miguelesa” que se completó unos inevitables Magnum de postre, que nos dejaron saciados y listos para abrazar a Morfeo en la camica de las monjas.


DIA 4 – LA ETAPA MÁS LARGA DEL CAMINO
4 de julio. CARRIÓN DE LOS CONDES – SAHAGÚN (39 km)



Nuestra planificación hizo que hoy debíamos afrontar la etapa más larga del Camino. Las flechas amarillas a la salida de Carrión nos obligaban a caminar por el arcén de la carretera antes de entrar en una larga pista de tierra. Este tramo se corresponde con la “Vía Aquitania”. A partir de ahí comenzaban 17 km de soledad atravesando campos sin fin y sin servicios hasta Calzadilla de la Cueza.
Calzadilla de la Cueza se muestra como un oasis en el fondo de una hondonada. Un autobús de Pulpí nos adelantó y de él bajaron unos peregrinos singulares, que con sus camisetas de No estoy pa’ ná se dedicaban a andar unos cuantos kilómetros al día, en una forma alternativa de conocer el Camino de Santiago.
Hicimos una breve parada para comer en el albergue de Terradillos de Los Templarios, antes de afrontar el último tramo el viaje. Entrábamos en la provincia de León siguiendo la carretera nacional para alcanzar Sahagún donde pusimos fin a esta interminable jornada.
El Albergue Municipal Cluny es una gran sala que ocupa la antigua Iglesia de la Trinidad reacondicionada para acoger a los peregrinos. Tras un breve descanso decidimos salir a tomar unas pintas al Temple, un pub irlandés mientras veíamos un partido del Mundial de Fútbol. Tras un necesario paso por la farmacia y por la confitería del pueblo, ya que de todo necesita el peregrino, salimos a cenar algo suave antes de acostarnos. Unas hamburguesas  completas con patatas fritas y bebida, serían suficiente.


DIA 5 – “MOOOORNING”
5 de julio. SAHAGÚN – RELIEGOS (30,7 km)

Tras una noche rara con las luces del albergue encendidas, llega la hora de levantarse. Frente a mi litera se despierta una enorme mujer británica, y mi sorpresa es mayúscula cuando se acerca a su compañera de viaje para soltarle un “Moooooorning. How did you sleep?" (léase esto como después de haber aspirado helio). Era una imagen desconcertante al no encajar la voz pitufada con su gran corpulencia.
Ya en ruta, no muy lejos de Sahagún, disfrutamos sin duda, del mejor café del Camino en Bercianos, en el bar de los croatas, con un pan de pueblo exquisito. A media jornada, otro breve descanso en El Burgo Ranero junto a la iglesia del pueblo, para estirar las piernas y continuar hasta Reliegos.
El Albergue Municipal de Reliegos es austero pero a la vez cómodo y acogedor. En la plaza del pueblo había varios sitios para comer por lo que optamos por uno con menú del día, que incluía entre otros platos, uno con calamares y ensalada ¡con bichillos!.
Ya para la cena aprovechamos la enorme cocina del albergue y preparamos una ensalada de pasta (con queso al gusto). De postre no podía faltar el Magnum en la tienda del pueblo, incluso después del horario de cierre, pero es que el peregrino “autorizado” es un animal insaciable.

DIA 6 – DE CORTOS POR LEÓN
6 de julio. RELIEGOS – LEÓN (23 km)



Desde Reliegos ya casi se divisaba la ciudad de León, así que en un rápido descenso alcanzamos Mansilla de las Mulas, para desayunar en la Confitería Alonso, curioso pueblo donde esos días se disputaba un ¡torneo de pulsos! Villamoros de Mansilla, Puente de Villarente y Arcahueja, son puro trámite, hasta que una fina lluvia hace que aligeremos el paso para llegar para llegar cuanto antes. Tras cruzar las pasarelas sobre la carretera nacional y atravesar un horrible polígono industrial, llegamos a León.
Hemos dejado atrás pueblos sin apenas servicios, para entrar en la capital leonesa, donde nos esperaba una jornada muy diferente a las anteriores. El Albergue de San Francisco de Asís, (Fundación ADEMAR) es una enorme residencia de estudiantes también convertida en albergue de peregrinos, con lavandería y baño privado, todo un lujo a estas alturas de nuestra aventura.
Era hora de “salir de cortos” por León, así que nos dirigimos a la plaza de San Martín en pleno Barrio Húmedo, y allí ronda tras ronda, fueron cayendo, vinos, cortos y ricas tapas, que aún así no saciaron el estómago sin fin del peregrino, ya que algunos necesitaron culminar con unas hamburguesas de potro en un bar de vuelta al albergue.
Por la tarde, decidimos visitar la ciudad mientras un muchacho se encargaba de nuestra ropa en la lavandería. Paseamos por la Plaza Mayor, la Casa Botines (edificio modernista de Gaudí) y recorrimos la Calle Ancha para visitar la Catedral Gótica de Santa María, donde audio guía en mano, nos adentrarnos en sus cámaras y contemplamos su bello conjunto de vidrieras.
Por la noche, volvimos a salir de cañas y tapas por del Barrio Húmedo para degustar la famosa cecina y los vinos del Bierzo en bares como La Contienda, El Rebote con sus ricas croquetas, El Racimo de Oro, Bacanal, con sus patatas con bacon, y La Bicha, en una ruta gastronómica muy bien aprovechada.


DIA 7 – LAS CATALANAS
7 de julio. LEÓN – SAN MARTÍN DEL CAMINO (24,3 km)



Cinco peregrinos, con un balance ya de tres tendinitis, una rodilla inflamada, un pie de Frodo y media docena de ampollas, abandonamos el albergue leonés. Tras un buen desayuno en León afrontamos la que se suponía una etapa tranquila y prácticamente llana que discurría paralela a la carretera nacional. Esta vez no había muchos paisajes con los que entretenerse y para colmo volvió a llover levemente, lo que se tradujo en una etapa bastante incómoda.
Tras un par de breves paradas para descansar los pies y tomar algo en Villadangos del Páramo, continuamos hasta el final de etapa en San Martín del Camino. Allí nos cobijamos en el Albergue Municipal, junto a un curioso depósito de agua con forma de ovni.
En sus modestas instalaciones conocimos a Pili y Ana, dos chicas catalanas y a Pepe el cordobés y a Mauri, todos ellos habían iniciado su peregrinaje en León pero ya notaban los dolores y alguna que otra lesión.
Comimos en el Bar Picos un aceptable menú del día, tomamos unas cervezas a media tarde en el Bar Picos y cenamos…efectivamente, ¡en el Bar Picos! La verdad que no había mucho más que elegir en ese pueblo-calle, pero viniendo de un día de tapeo por León tampoco pusimos mucha objeción.


DIA 8 – EL COCIDO MARAGATO
8 de julio. SAN MARTÍN DEL CAMINO – ASTORGA (24 km)

Arrancamos la jornada con unos agradables 9º en una etapa sin sobresaltos, atravesando Hospital de Órbigo y su Puente Honroso, donde desayunamos nuestro café, tostada, y esta vez un tomate entero para cortarlo y restregarlo nosotros mismos. Un frondoso bosque de robles, pinos, encimas y chopos nos anticipaba el fin de los páramos castellanos mientras ascendíamos unas pistas forestales hasta llegar al Crucero de Santo Toribio, desde donde ya se divisaba la ciudad de Astorga.
Tras un inesperado rodeo, localizamos el Albergue Siervas de María, en la Plaza San Francisco. Allí coincidimos nuevamente con las catalanas y Pepe el cordobés, ya que Mauri tuvo que abandonar el día anterior por las lesiones que arrastraba.
Ese día el grupo se separó a mediodía para la comida ya que Migela y Antonio, como auténticos osacos, querían degustar el famoso cocido maragato, el resto nos conformaríamos con otro menú no menos calórico a base de hamburguesas y patatas bravas, todo muy digestivo…
Por la tarde en el albergue nos pusimos en manos de un grupo de fisioterapeutas y masajistas voluntarios, que curaron nuestras ampollas y aliviaron en parte los dolores que ya arrastrábamos. En ese improvisado hospital de campaña conocimos a algunos peregrinos muy castigados, que demostraban lo duro y sufrido que puede llegar a ser el Camino.
Por la noche, cena en común en el albergue para pillar pronto la cama, y reservar energías para la dura etapa que nos aguardaba.

DIA 9 – EL ALBERGUE DE LOS JIPILONGOS
9 de julio. ASTORGA – FONCEBADÓN (26,3 km)

Nos despedíamos de Astorga pasando junto al Palacio Episcopal de Gaudí y la Catedral de Santa María. Tras Astorga se acababa, por fin, la eterna llanura castellano-leonesa y se entra en la Comarca de El Bierzo.
Hicimos almuerzo en Santa Catalina de Somoza camino de Rabanal del Camino, punto que supone el inicio de unos últimos 6 km fuertes de subida. A mitad de subida con dolores, calor y con mucha sed, se me ocurrió comerme el melocotón mientras caminaba, calentorro como estaba y sin pelar. Ese regustillo incómodo se me quedó todo el día en el estómago, al borde del corte de digestión. ¡Nunca lo hagáis!
Llegamos a Foncebadón, a casi 1.500 metros de altitud, una aldea recuperada gracias al Camino de Santiago. Nuestra intención era pernoctar en el albergue Domus Dei para conocer a Miguel el Templario, pero viendo que el templario no tenía mucha prisa por abrir el albergue, nos decidimos por el albergue Monte Irago, también llamado el albergue de los Jipilongos.
A mediodía coincidimos en un restaurante con los peregrinos de Pulpí (que cómo no, habían llegado a Foncebadón antes que nosotros). Allí degustamos una rica sopa de ajo casera (mas fuerte de lo normal, eso si) y un delicioso caldo de pollo.
Paseo vespertino por la aldea y cena en el propio albergue, donde los jipilongos nos preparamos unos buenos platos combinados. En un ambiente amigable y bastante acorde al lugar donde nos encontrábamos, coincidimos con nuevos personajes como la institutriz, Emma la danesa, unos hippies tocando la guitarra, el ciclista roncador, e incluso con unas cabras del Bierzo (de cuatro y dos patas)

DIA 10 – PONFERRADA Y SU CASTILLO TEMPLARIO
9 de julio. FONCEBADÓN – PONFERRADA (27 km)

Nos aguardaba aún un pequeño tramo de subida hasta la Cruz de Fierro (1507 m). Dicen que es un lugar mágico del Camino, donde existe la costumbre de arrojar una piedra traída desde el lugar de origen, cosa que obviamos. Después, una breve bajada hasta Manjarín y nueva subida hasta el Collado de las Antenas, desde el que ya comenzaba el pronunciado descenso a Ponferrada.
La parada para desayunar (con simpa incluido) fue en El Acebo. En Riego de Ambrós, el grupo de peregrinos se separó para volver a reagruparse en Molinaseca para refrescarnos los pies en su acequia, y donde algunos aprovecharon para comprar cecina y embutido de la zona.
En Ponferrada nos alojamos en el Hotel Madrid Bierzo. Allí tras descansar y encontrar camas y comodidad no conocidas hasta ahora, salimos a comer por la ciudad y probar el revuelto de chichos o una exquisita tarta de queso. Solo nos quedó probar el botillo una consistente comida típica del Bierzo a base de productos del cerdo dentro de una tripa.
Tras la siesta, visita por el exterior del Castillo del Temple de Ponferrada, una de las mayores fortificaciones templarias de Europa. También recorrimos la plaza del ayuntamiento, y la plaza mayor, admirando la famosa Torre del Reloj.
Por la noche, sin horarios ni obligaciones, salimos de cena y copas por Ponferrada donde habíamos quedado con Gemma, nuestra amiga geógrafa que nos hizo de guía por la noche ponferradina, hasta que ya agotados nos retiramos al hotel.

DIA 11 – EL INFERNAL TREN DE VUELTA
9 de julio. PONFERRADA – MADRID – MURCIA (Por nadie pase...)

Durante la mañana libre en Ponferrada, solo nos quedaba recoger y ultimar las comprar de “souvenirs” es decir, vino, hojaldres y mantecadas.
El tren de vuelta se hizo larguísimo, solo aliviado por la parada en Madrid para tomar el café y unos bocatas. Llegamos a Murcia cerca de las diez de la noche. Esta vez la estación nos era familiar y no hubo ningún problema para la llegada de los “autorizados”.

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Remojarse los pies en un río, beber de una fuente, cagar en el campo tras un muro de piedra antiquísimo, quedarse el último de la fila para liberar gases, acariciar gatetes del Bierzo, comerse un Magnum en el albergue después de cenar, que te despierte Pitufina con un “moooorning”, hartarse a cocido maragato, comprar cecina como para montar una carnicería en San Javier, el café de cada jornada en un pueblo distinto, o disfrutar de un concierto de guitarra española en una iglesia románica, son placeres que sólo pueden vivirse en una aventura como es el CAMINO DE SANTIAGO.

Continuará…